Carmen Sanz

Cuerpo Europeo de Solidaridad

“Cambiar” según la RAE es, entre sus acepciones, “Dejar una cosa o situación para tomar otra.” Es una buena forma de resumir mi año de voluntariado. Ya en la recta final, echo una mirada atrás y sin duda fue una decisión que ha supuesto un antes y un después en mi vida.

En enero de 2024, tras vivir unas de las Navidades más raras y estresantes de mi vida por tener que gestionar dos mudanzas en un mes, lidiando con todas las emociones que surgen antes de mudarte a otro país, emprendí un viaje a Zabok. Se trata de una pequeña ciudad de Croacia cercana a Zagreb, la capital. Allí iba a vivir durante un año como voluntaria en una organización que realiza proyectos y actividades dirigidos a la juventud. Antes de llegar, estaba mentalizada de los posibles choques que iba a experimentar, y de hecho me preparé todo lo que pude aprendiendo un poco de croata e investigando a fondo sobre el contexto en el que me iba a desenvolver; pero entre la buena acogida que recibí en la organización y la manera en la que el cerebro maneja ciertas situaciones, al principio no era capaz de identificar esos choques, aunque es cierto que llegué con un sentimiento de indefensión. Y en realidad eso no está mal, todo te parece mucho mejor que en tu país y no ves los problemas para los que te habías estado preparando. En el primer mes conocí a otros voluntarios en el On-arrival Training y tuvimos una conexión muy especial, probablemente porque todos estábamos en la misma situación.

Con el paso del tiempo, ya estaba adaptada por completo al ritmo de trabajo en la organización, el número de tareas iba aumentado y yo estaba encantada con ello, ya que en un principio me parecía que tenía poco que hacer, pero sabía que tenía que ser un proceso gradual. También cambié de fase de adaptación, en la que empezaba a vivir esos choques que no percibí en un principio, lo que me generó cierto desencanto con Croacia y una idealización de España. Exteriorizar mis sentimientos me ayudó mucho, todas las personas con las que he compartido mi día a día han sido un gran apoyo. Al final, pasas a tener una visión objetiva cada lugar, aceptas las cosas como son y simplemente te adaptas.

Ya en la recta final de este año, miro atrás y sin duda ha sido muy intenso, en el buen sentido. He viajado mucho, conocido a personas de diferentes países y trabajado en proyectos maravillosos, utilizando los conocimientos que adquirí en la carrera y aprendiendo nuevos. El aprendizaje ha sido la clave y motor de esta experiencia, no solo a nivel laboral, también a nivel personal. Cambiar de país te enseña quién eres y cómo te desenvuelves en situaciones que no habías experimentado antes. Si bien viajar te saca de tu zona de confort, no es lo mismo que adaptarse para una estancia larga. Evidentemente, no todo es un camino de rosas, y alguna que otra lágrima he derramado, pero el balance general es muy positivo. He ganado mucha seguridad en mí misma, aclarado qué quiero para el futuro y recuperado la ambición, la cual había perdido tras un periodo de burnout. Puedo decir que, si volviese atrás, no cambiaría nada de lo que he vivido, porque tanto los momentos buenos como los malos, te aportan algo.

Sin lugar a duda, la persona que se fue no es la misma que volverá.