La Feria de Voluntariado Internacional se reafirma en su tercera edición como el hogar de la solidaridad y los valores europeos

El Instituto de la Juventud (INJUVE) celebró el pasado 28 de noviembre la III Feria de Voluntariado Internacional, un encuentro organizado con motivo del Día Internacional de los Voluntarios (5 de diciembre). Para arrancar la jornada, los asistentes disfrutaron de un desayuno castizo, que sirvió para romper el hielo y estimular la conversación antes de que David Lafuente, subdirector general de Programas Europeos y Cooperación Internacional, diese la bienvenida tanto al público como a las personas participantes. En su intervención, Lafuente puso de relieve el crecimiento del voluntariado entre la juventud española, que ya incluye a una de cada diez personas en los programas europeos. Y, a modo de reflexión, llevó a la sala una valiosa enseñanza de su abuela para cerrar su participación: "Unos pocos no pueden hacerlo todo, pero todos sí que pueden hacer un poco”.

A continuación, tomaron la palabra Gema Quintas, jefa de servicio del CES, y Alicia Núñez, jefa de área de Cooperación Internacional, quienes explicaron cuáles son las oportunidades que ofrecen los programas de movilidad europeos, cómo contribuyen al desarrollo personal y cómo impactan en las comunidades que acogen los diferentes proyectos.

Así, aclarados los entresijos y los requisitos para formar parte de estas iniciativas, dio comienzo la primera mesa redonda, donde distintos jóvenes que han formado parte del Cuerpo Europeo de Solidaridad (CES) y del Servicio de Voluntariado Internacional (SVI) compartieron las vivencias y los desafíos que afrontaron durante su experiencia en el extranjero, ofreciendo a los asistentes una visión directa y cercana de lo que supone embarcarse en un proyecto de voluntariado internacional.

  • Ízar Irazábal, voluntaria del CES y de otros muchos proyectos, destacó la importancia de los valores que promueven los programas europeos y animó a la juventud a participaren ellos: “Ojalá todas las personas jóvenes conozcan esta oportunidad a tiempo. No dudéis más, ¡hacedlo!”. Su intervención evidenció un compromiso profundo con la cooperación, recordando que el voluntariado es solo el primer paso. Un entusiasmo tan contagioso que ningún signo de exclamación parece suficiente para reflejarlo.
  • Victoria De Bernardi, voluntaria del CES, persigue su desarrollo y evolución como mujer -tanto en lo personal como en lo profesional-, y su energía quedó patente en cada intervención. Vicky dejó Valencia para llevar a cabo su voluntariado en La Palma de la mano de la Asociación Mojo de Caña, lo que le ha llevado a trabajar con múltiples grupos vulnerables. Explicó que tiene que "intentar entender y conectar con las personas con amor porque necesitaban un espacio seguro" que ella intenta brindarles.
  • Aman Hussaini, voluntario del CES y refugiado afgano, recorrió numerosos países antes de llegar a su querida Murcia. “Aquí en Madrid hace mucho más frío”, comentaba entre risas mientras se frotaba las manos antes de recoger su acreditación. Aman relató cómo pasó de recibir ayuda a convertirse en un pilar de su organización. Fue el encargado de la comunicación de su entidad y ahora combina su pasión por el vídeo y la fotografía con la informática para hacer del HTML su octavo idioma.
  • Lucía Rodríguez y Hugo Hernández, de Campos de voluntariado, reflejan la ilusión de quienes acaban de comenzar su camino y no tienen muy claro cuál será su siguiente dirección. Ambos participaron en tareas de restauración, rehabilitación y mantenimiento del medio en zonas rurales. Ella en Bélgica, él en Japón. Lucía, es la más joven de la sesión, y comenta cómo el voluntariado le ha abierto los ojos: “Me cambió totalmente la mentalidad. Ahora valoro mucho tener una casa, un techo y una red de seguridad, porque allí ayudamos a dársela a quienes no la tenían”. Por su parte, Hugo relata cómo tuvo que enfrentarse a dos grandes desafíos: la barrera del idioma, y las duras condiciones climáticas: altas temperaturas y humedad elevada. Aun así, no se arrepiente. Explica cómo su viaje le proporcionó la autonomía necesaria para desenvolverse por sí mismo en un entorno completamente nuevo.

Los jóvenes expresaron que sus experiencias internacionales han transformado su vida, subrayando el valor del voluntariado como una oportunidad única para crecer, aprender y tejer redes comunitarias difíciles de imaginar. “¿En qué momento acabas diciendo que has quedado con un amigo de Vietnam que vive en Finlandia?”, reflexionaba una de las participantes al abordar cómo incluso estancias cortas de apenas 15 días pueden generar vínculos duraderos y significativos. Además, las intervenciones expusieron que la riqueza del voluntariado no está solo en los proyectos que se llevan a cabo en un territorio concreto, sino en las actividades cotidianas desarrolladas, como bailar la Macarena con los niños de un pueblo japonés de 28 habitantes o compartir el día a día con las personas más ancianas del lugar.

Igualmente, durante la conversación se reflejó cómo, ante un panorama laboral difícil para la juventud -donde incluso los recién graduados necesitan experiencia previa para acceder a un empleo-, el voluntariado se convierte en una vía estratégica para abrir puertas profesionales. A través de estas experiencias, muchos jóvenes consiguen adquirir competencias reales, crear redes de contacto, colaborar con asociaciones nacionales e internacionales y, en numerosos casos, ser contratados por las mismas organizaciones donde realizaron su voluntariado. Además de aportar valor social, estas oportunidades permiten ganar confianza, descubrir nuevas áreas profesionales e incluso reorientar la carrera hacia campos como la coordinación de proyectos o la intervención social. El voluntariado, por tanto, no solo facilita la transición al mundo laboral, sino que también ofrece estabilidad temporal, experiencia acreditable y la posibilidad de acceder a trabajos que, de otra manera, serían difíciles de alcanzar.

Pero no es oro todo lo que reluce, al fin y al cabo, todo tiene su «cara B». Los cinco voluntarios tuvieron la honestidad de explicar que surgen "muchas pequeñas dificultades" y que “es importante tener un ancla: pensar que la ciudad me gusta, que estoy aprendiendo y que lo estoy pasando bien”. Aun así, indicaban que la experiencia es un grado y que no conocen “a nadie que se arrepienta de haber ido”. “Esto nunca sale mal" -dicen-, "si no aprendes un idioma nuevo, estás reforzando el inglés”.

La segunda mesa puso el foco en la gestión del voluntariado desde diferentes perspectivas, tanto a nivel nacional como internacional. Representantes de diversas entidades invitadas explicaron cómo organizan sus programas, qué necesidades detectan sobre el terreno y cuáles son los retos actuales para fomentar una participación juvenil activa y sostenible.

En esta sesión intervinieron Raquel del Horno y Francisca Montesinos, en representación de Voluntarios por Madrid; Monia Wisniewska y Ekaterina Lobanova, de la Asociación de Jóvenes Solidarios de Arenas de San Pedro (Ávila); y Belén Blasco Ríos, técnica de la Agencia Nacional Española (ANE), organizadora de los programas Erasmus+ Juventud y CES y miembro del Instituto Aragonés de la Juventud. Las intervenciones de las representantes de las entidades dejaron claro que el espíritu de solidaridad depende de uno mismo, más allá del momento o del lugar porque, aunque una experiencia internacional sin duda enriquece, no es necesario desplazarse lejos para ayudar: basta con observar a tu alrededor y actuar donde se requiera. Siempre hay un grano de arena que aportar al esfuerzo colectivo que supone el voluntariado. Cualquier persona es apta para realizarlo, solo hay que tener la precisión de encontrar el lugar donde te sientas cómodo haciéndolo.

Para finalizar, se hizo una reflexión conjunta sobre los valores que nos conectan en el marco del 40º aniversario del Schengen. Las personas asistentes coincidieron en que, en un contexto marcado por la polarización social, resulta más necesario que nunca reivindicar la solidaridad, la convivencia y la defensa de los derechos humanos. Señalaron que los programas de voluntariado ayudan a “reconciliarse” con la idea de comunidad, al permitir que la juventud viva experiencias transformadoras, conozca otras realidades y cuestione discursos excluyentes que comienzan a normalizarse en la esfera pública.

Asimismo, varias intervenciones subrayaron que estos programas ofrecen a la juventud un acercamiento real a la política, entendida como la capacidad de participar activamente en la sociedad y en la toma de decisiones que afectan a la comunidad, al permitirles comprender cómo las decisiones públicas influyen en las libertades y derechos de las personas. También se abordaron los desafíos actuales de Schengen, cuyo valor positivo -la libre circulación- está siendo cuestionado en algunos discursos que lo presentan como una amenaza. De esta manera, se insistió en la necesidad de defender activamente el proyecto europeo, promover el diálogo intercultural y reforzar la identidad común basada en mínimos compartidos.

Por último, tras apuntar que la colaboración intergeneracional es clave para comprender de dónde venimos y evitar la repetición de errores pasados, se recordó que el voluntariado europeo nació como una herramienta para prevenir la radicalización juvenil y fomentar la tolerancia.

Este concepto, el de la tolerancia, protagonizó un momento señalado de la Feria de Voluntariado. Ekaterina compartió su historia con esta palabra: al comienzo de su aprendizaje del español se cruzó con dicho término y trató de traducirlo a su ruso natal. Tras pasar por el filtro del inglés, descubrió que no existe la palabra tolerancia en ruso. Su asombro creció al encontrar la definición de tolerancia, y desde entonces, como un niño en su primer día en la playa, quedó grabado para siempre en su memoria como la puerta de entrada a un mar de solidaridad, respeto y convivencia.

Por ello, para concluir la III Feria de Voluntariado Internacional se animó a la juventud a perder el miedo a posicionarse, a defender en su día a día los valores europeos y a invitar a otras personas a cuestionarse mediante preguntas que fomenten el pensamiento crítico. Así, la sesión terminó con un llamamiento unánime a seguir protegiendo y promoviendo un proyecto europeo abierto, solidario y profundamente humano.

Si este texto te ha transmitido la misma pasión e ilusión por realizar un voluntariado que a los asistentes, puedes informarte sobre los programas de voluntariado haciendo clic tanto en el Portal Europeo de la Juventud como en el apartado sobre los campos de voluntariado de la web del INJUVE.

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